Mis queridos amigos, volvimos, me imagino que usted no se lo esperaba, pero es que seguimos estudiando, aunque el diablo se enoje y algunos amigos también, nada podemos hacer, si es mentira lo que escribo, pues ni modo, pero si es verdad, le aseguro que algo va a cambiar, por lo menos dejaran de ser mis amigos, en fin, eramos pocos y seremos menos, total, todo se sabra en el último capítulo, cuando estemos frente al Creador y nos dé su veredicto, por mientras seguimos, hace un tiempo escribí en un post sobre aquellos cantantes que se creen adoradores y que a pesar de cantar bien y tener una buena voz tratan de imitar a los cantantes mundanos, y nos aprendemos hasta ese pasito tum tum que canto los caracteriza, y decimos a los cuatro vientos de que somos adoradores y ponemos carita de «Yo no fui» pero muchas veces nadie les ha dicho, mucho menos enseñado lo que significa ser un verdadero adorador o lo más probable, hacen oídos sordos, o su corazón esta entenebrecido y duro para que la Palabra haga nido en su interior.
Por ellos vamos a hacer un pequeño estudio al respecto, leyendo la Biblia, ojo no es el libro de Petete, ni cualquier libro inspirado por el aroma de un pan de helote, no, es La Palabra de Dios.
«Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la veguenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amó; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con é, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Apocalipsis 3:15-22).
Las iglesias cristianas han llegado al peligroso tiempo predicho hace tanto tiempo. Es una época en la que nos podemos dar paladitas en la espalda y felicitarnos unos á otros, unidos al coro «Si somos ricos, nos hemos enriquecido, y de ninguna cosa tenemos necesidad» Desde luego, es cierto que apenas si nos falta algo en nuestras iglesias hoy en día.. excepto lo más importante. Estamos carentes de la ofrenda genuina y sagrada de nosotros mismos y de nuestra adoración al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Mis propias lealtades y responsabilidades están y siempre estarán con las iglesias fuertemente evangélicas, creyentes en la Biblia y que dan honra a Cristo. Estamos edificando grandes iglesias y congregaciones. Nos jactamos de elevadas normas y hablamos mucho acerca del avivamiento, pero quisiera hacerles una pregunta ¿Qué ha sucedido con la adoración? A veces los cristianos parecen confusos e inciertos acerca de la naturaleza de Dios y de sus propósitos en creación y redención. En tales casos los predicadores, maestros, pastores somos a menudo los culpables. Sigue habiendo predicadores y maestros que dicen que Cristo murió para que no bebiéramos, no fumáramos y no vieramos películas, y lo más triste no jugaramos con el Pay Station. !No es para asombrarse de que la gente este condfundida! No es para asombrarse que se habitúen a recaer cuando tales cosas son las que se les presenta como la razón para la salvación. Jesús mi amigo nació de una virgen, sufrió bajo Poncio Pilato, murió en la cruz y resucitó de la tumba para transformar a los rebeldes en adoradores. Lo ha hecho todo de gracia. Nosotros somos los que recibimos de ella.
Puede que esto no suene a dramático, pero es la revelación de Dios y el camino de Dios.
Otro ejemplo de nuestros pensamientos erróneos acerca de Dios es la actitud de tantos de que Dios es ahora un caso caritativo. Como si fuera un encargado frustrado que no puede encontrar ayuda suficiente. Como estando junto al camino pidiendo cuántos vendrán en su ayuda y comenzarán a hacer su obra. Inclusive algunos pastores dicen «Miren a Jesús sufriendo porque usted no se convierte» No y mil veces no, Jesús no necesita de nosotros para que su evangelio avance,
Ah, si tan sólo recordáramos quién es El. Dios nunca realmente nos ha necesitado. A ninguno de nosotros. Pero nos imaginamos que sí nos necesita, y hacemos de ello una gran cosa cuando alguien acepta «trabajar para el Señor», Todos deberíamos estar dispuestos a trabajar para el Señor, pero es una cuestión de gracia de parte de Dios. Tengo la opinión de que no deberíamos preocuparnos por trabajar para Dios hasta que no hayamos aprendido el significado y el deleite de adorarle. Un adorador puede trabajar con calidad eterna en su trabajo pero un obrero que no adora está sólo apilando madera, paja y ojarasca para el tiempo en que Dios abrase el mundo (con fueguito). Pero Dios quiere llamarnos de vuelta a aquello para lo que nos creó: a adorarle y a gozar de El para siempre. Es así que por una profunda adoración, que llevamos a cabo su obra.
Oí decir a un presidente de una universidad decir que la iglesia está «sufriento una fiebre de amateurismo». Cualquier persona inexperta, impreparada, inespiritual, y vacía (o sea un neófito) puede iniciar algo religioso y encontrar abundancia de seguidores que le oirán, y pagarán y promoverán su causa. Podrá llegar a hacerse muy evidente que la tal persona, para empezar, jamás buscó verdaderamente de Dios, se limitó a escuchar con los oídos cerrados, y a seguir fábulas y métodos de entretenimiento, testimonio y vida ligera.
Estas cosas estan sucediendo a nuestro alrededor porque no somos adoradores. Si estamos verdaderamnete entre los adoradores, no estaremos gastando en proyectos carnales o mundanos.
En Apocalipsis 4:10-11, el apóstol Juan nos da un claro retrato de los seres creados alrededor del trono de Dios: «Los veinticuatro ancianos se postran delante del que esta sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, eres digno de recibir la gloria y el honor y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas»
Hoy puedo decirte mi hermano con la autoridad que tiene la Palabra de Dios, que cualquier persona, hombre o mujer en esta tierra, que se sienta aburrida y repelida por la adoración no está lista para el cielo. Aunque usted me podría decir, pero yo llene la tarjetita, pase al frente y oraron por mi, yo me decidí por Cristo. Pero mi querido amigo, la verdad, es que hemos sido traídos a Dios y a la fe y a la salvación para que adorásemos a Dios en contemplación arrobada. No venimos a Dios para ser cristianos automáticos, cristianos hechos con un molde. Dios ha dado su salvación para que podamos ser, individual y personalmente, vibrantes hijos de Dios, amar a Dios con todo nuestro corazón y adorándole en la hermosura de su santidad.
Bueno querido hermano, hermana o asistente de alguna congregación y sobre todo si usted dice que es cristiano, ¿somos o no, adoradores de Cristo? se lo dejo de tarea, nos vemos pronto y bendiciones.
Deja una respuesta