Queridos amigos y hermanos que nos visitan y que juntos hoy, vamos a entrar a hacer una introducción al libro de los Efesios, sabe los grandes esfuerzos que se han hecho para mejorar la condición de maldad que se vivía en tiempo en que Pablo escribió en Libro a los Efesios no ha cambiado, todo ha sido en vano. La humanidad se hallaba «sin esperanza». Esa misma perversidad a más del pesimismo es la que prevalece en nuestro siglo. Hoy día también, se multiplican los esfuerzos para erradicar el crimen y para mejorar el medio ambiente del hombre. Entre los
medios seleccionados para este fin hallamos los siguientes: eliminación de los barrios bajos, mejores viviendas, ampliación de parques y lugares de recreo, escala de sueldo mínimo más alta, reentrenamiento de obreros, rehabilitación de los educables que hayan abandonado sus estudios, ayuda psiquiátrica para los que tienen problemas de autoaceptación. Hay quienes demandan mejor legislación. Otros enfatizan la necesidad de medidas más energicas para hacer cumplir las leyes o bien establece normas para no favorecer más a los criminales a expensasn de la sociedad. Otro es el falso concepto acerca de la necesidad básica del hombre. Tal necesidad es nada menos que la remoción de la culpa por la cual él, siendo por naturales un hijo de ira, se halla angustiado. Lo que necesita es algo más que la rehabilitación laboral. Su necesidad es la reconciliación con Dios. Efesios anuncia que tan bendición ha sido provista para todos los creyentes verdaderos por medio de la muerte expiatoria del mismo Hijo de Dios. La motivación de este supremo sacrificio fue «su gran amor».
Otra de las falacias que está implicada en el modo de afrontar el problema de cómo aliviar al hombre de su miseria es la noción de que la felicidad puede conseguirse por medios que operan de afuera hacia adentro. Se dice, «mejórese el medio ambiente y será mejorada la condición interna del hombre. Pero la condición interna del hombre es tal que no ofrece esperanza alguna para el éxito de este método. Esta muerto a causa de sus trangresiones y pecados. Fuera de Cristo vive «en las concupiscencias de la carne y de sus razonamientos». Para salvarles en necesario un acto de Dios. La remoción de la culpa de su pecado no es suficiente. El pecado mismo, el impulso de hacer lo que es contrario a la santa ley de Dios, es lo que tiene que ser eliminado. Dentro del corazón del hombre ha de tener lugar una obra poderosa, para que, como resultado, el hombre, habiendo sido renovado básicamente y gradualmente transformado por el Espíritu Santo, pueda ahora, en consecuencia, comenzar desde adentro hacía afuera sobre su medio ambiente, exigiendo que todo funcione para el Rey. Esta obra regeneradora y transformadora del Espíritu Santo, obtenida por la muerte de Cristo, se halla maravillosamente descrita en Efesios. Aquellos que por naturaleza se hallan muertos.
Ahora bien, nada de esto anula en forma alguna la responsabilidad humana. Al contrario, más bien aumenta el sentido de la obligación del hombre hacía su benefactor para dedicarle su vida. El creyente, objeto del amor soberano de Dios se siente en deuda con su Salvador y Señor. Ama en respuesta al amor recibido. Además, es lógico que, siendo atraído hacía Dios, quien sea objeto de la gracia divina sea por este mismo proceso atraído hacia sus hermanos y hermanas en el Señor. Es así como judíos y gentiles, reconciliados con Dios, se reconcilian también entre si. Habiendo amanecido un nuevo día sobre los que se han rendido a Cristo y a la influencia de su Espíritu, sigue como consecuencia que estos hijos de luz dan a conocer por medio de sus vidas los frutos de la luz: bondad, justicia, verdad. La virtud nacida del Espíritu, expulsa toda clase de vicios, según se habla en Efesios entre el capítulo 5 y 6. He aquí entonces la verdadera solución contra la repugnante maldad que caracterizó tanto a la época de Pablo como también a nuestro siglo. Es Dios mismo que «en Cristo» ha provisto este camino para salir de las tinieblas y del pesimismo. Es tarea de la iglesia «hacer que todos los hombres vean» que está es la única siolución. La iglesia canta la verdad en amor. Su vida diaria es de hecho un andar en amor, por cuanto imita al Dios de amor. Así, férreamente unida, presenta un desafio a Satanás y todas sus huestes, y con este propósito hace uso
de las armas provistas por Dios mismo.
La obra de la iglesia jamás es en vano, por cuanto no es producto de la mente del hombre sino de la soberana gracia de Dios. Pablo expone algunos detalles sobre su fundamento eterno, propósito universal, elevado ideal, unidad, y crecimiento orgánicos, gloriosa renovación, y armadura eficaz. Es una iglesia que existe con el fin de servir como agente para la salvación de los hombres para la gloia del Dios trino, uniéndose en alabanza las potestades y autoriades en los lugares celestiales, mientras observan, la sabiduría de Dios reflejada en su obra maestra, la iglesia. Tomado del Comentario Bíblico de «William Hendriksen, Efesios».
Hermano si le das una leída a Efesios, encontraras, que todo lo escrito aquí, viene de ese libro, seguiremos luego versículo a versículo desarrollando los estudios, pero no se aparte de su Biblia y empiece a leerla, Efesios, Romanos, Mateo y algunos pensamientos que nunca faltaran, usted seguirá encontrandolos en este su blog, invite, pase la voz, si se congrega en alguna iglesia, invitélos a visitarnos, se lo agradeceremos, bendiciones y seguimos en contacto, aún no hay respuesta (ni creó que la abrá, pero soy terco y esperanzado) de aquellos que quieren estudiar la Biblia, en especial, líderes de nuestra iglesia.