Bueno queridos amigos y hermanos en Cristo, y visitantes que espero que vuelvan a darse una vuelta por aquí. Les transcribo una carta que recibio el pastor John Macarthur y que muestra muchas cosas que en nuestras iglesias se ve a menudo, seguramente usted pastor o lider de alguna congregación, estara familiarizado con este asunto, al final daremos nuestra impresión.
Una vez recibí una carta de un joven pastor que estaba pensando en dejar el ministerio, y lo que decía me rompió el corazón. Esto es lo que él esribió:
Permítame explicarle algo que me tiene preocupado y que todavía no he podido corregir, y que me esta llevando a pensar en dejar el
ministerio. Quizás el Señor quiera usar sus conocmientos para darme a mi algo de luz.
Creo firmemente que el liderazgo de la iglesia debiera ser lo mejor de lo mejor, no solo en sus vidas espirituales personales, sino también en ejemplo para los que dirigen. No quiero decir que el líder tiene que ser perfecto o sobrehumano, pero sí que debiera tener una relación personal viva y creciente con nuestro Señor. Creo firmemente que si los líderes de una iglesia no presentan un estilo de vida de compromiso y dedicación con el Señor y con su iglesia, sus seguidores tampoco lo van a hacer.
El problema, pastor MacArthur, es que las dos terceras partes de nuestros líderes elegidos, solo vienen a los cultos una vez a la semana. No estoy diciendo que todos tienen que estar presentes cada vez que se abran las puertas del templo, pero sí creo que, excepto en el caso de situaciones imprevistas, enfermedades y vacaciones, los líderes de la iglesia deberan esforzarse por estar presentes en los cultos de la iglesia, sino por otra razón, al menos para animar a los santos y al pastor. Encuentro bastante difícil de creer que se pueda proveer de un buen liderazgo cuando los líderes no pasan suficiente tiempo con los creyentes para enterarse de cuáles son sus heridas y temores. En nuestras reuniones de consejo de diáconos, encuentro que la mayor parte del tiempo se pasa en asuntos que no tienen relación directa con las necesidades de las personas. Creo que es debido a eso, nuestra iglesia se encuenntra estancada, lo que equivale a que estamos retrocediento en vez de avanzar. Varias veces pedí a los líderes que pensáramos juntos sobre esto (algunos de ellos incluso no son muy fieles en asistir a las reuniones), pero sin ningún resultado.
No estoy hablando acerca hombres y mujeres que sencillamente no pueden acudir a las reuniones, sino de personas que no quieren hacerlo. Algunos de los líderes dicen que están muy ocupados, demasiado cansados al final del día, o ni siquiera se excusan. Pero esos líderes no tienen ningún reparo en recordarme que ellos son los que deciden en la iglesia. Eso sucede a menudo. He llegado a la conclusión de que si eso continúa así en el próximo año, estoy listo para dejar el pastorado. ¿Cómo es posible que un pastor pueda dirigir su iglesia, establecer los programas que se necesitan y desarrollar un liderazgo espiritual si no se puede conseguir que los demas líderes le apoyen? Estoy abierto a su consejo. Creo sinceramente que nuestra iglesia tiene grandes posibilidades pero mientras tanto que seamos tibios, el Señor no va a bendecirnos o a usarnos.
Esa carta la podían haber escrito miles de diferentes pastores (en los cuales yo mismo me incluyo, ojo yo, Victor) porque es común para las personas dar por supuesto las cosas buenas que Dios les ha dado. Yo no quiero que eso suceda en nuestra congregación, no quiero que las personas se olviden del Señor. Quiero que ellos continúen temiendo su santo nombre.
Mi hermano, quizás, usted pueda decir, al igual que yo, pero si está carta es todo aquello que me viene sucediendo, y si mi amigo, pero la cuestión es ¿qué hacemos? bueno no creo que sea aconsejable hacer bajar fuego del cielo y que los consuma, como hemos pensado muchas veces, sino empezar a formar hombres y mujeres para todos juntos poder hacer la obra de Dios. Tenga usted líder, pastor o miembro de alguna congregación, espero que los de la congregación «Nueva Generación en Cristo» en la cual hoy me congrego, también lleguen por aquí.
La iglesia es un cuerpo, y debiéramos prestarle gran atención a su anatomía. Una iglesia necesita tener una estructura adecuada (un esqueleto), sistemas internos (ciertas actitudes), músculos (diferentes funciones), y carne (la forma de los programas). Elimine algunos de estos componentes esenciales, y el cuerpo no puede sobrevivir. Hay ciertas verdades
esenciales que una iglesia tiene que creer y sostener firmemente si quiere contar con una estructura sana y fuerte. Estas doctrinas son inalterables y nunca negociables; no pueden quedar comprometidas bajo ningún concepto. Si usted cede en cualquiera de estos puntos destruye a la iglesia y esta se convierte en un bulto amorfo, que no tiene forma o como decimos normalmente «no tiene ni pies ni cabeza».
Hoy la iglesia parece pensar que su meta es ayudar a las personas a sentirse mejor acerca de sí mismas. No les ofrece a las personas otra cosa qué placebos espirituales. Se enfoca en la psicología, en el amor propio, en el entreteniemiento y en otras mil diversiones para tratar de satisfacer esas necesidades.
La iglesia ha sido reducida de un organismo que hace incapié en conocer y glorificar a Dios a una organización enfocada en las necesidades humanas. No se dan cuenta de que si usted conoce a Dios y le glorifica, las necesidades de su vida quedarán satisfechas. «El temor a Jehová es el principio de la sabiduría» (Pr. 9:10) Cuando usted goza de una relación correcta con Dios, todo lo demás cae en su justo lugar. Muchos predicadores en el nombre de Dios y algunos por desconocimiento e ignorancia, otros por malicia y beneficio propio, quieren sacar a Dios de su trono y convertirlo en un siervo que tiene que hacer todo lo que ellos le pidan que haga. Las personas tienden a ser irreverentes; no saben cómo adorar a Dios. Algunas personas piensan que la adoración es todo aquello que les produce sentimientos agradables. Conocen muy poco acerca de Dios. Hay demasiadas Martas y muy pocas Marias en la iglesia (Lucas 10:38-42). Estamos tan ocupados sirviendo y tratando de que el servicio salga espectacular, que no dedicamos tiempo a sentarnos a los pies de Jesús. No temblamos ante la Palabra de Dios. No nos atrevemos a enfrentarnos a la santidad de Dios y a nuestra pecaminosidad de modo que podamos ser usados para su gloria.
Ahora mi hermano, pastor , líder, visitante de alguna iglesia, ¿qué debemos hacer? simple, empecemos a conocer a Dios, y formemos discípulos de Jesucristo, busquemos en medio de Su Palabra, su voluntad y sobre todo empecemos arrepintiendonos de nuesra vida pasada, hagamos un compromiso con Dios y empecemos a caminarr y guiar verdaderamente al pueblo de Dios, sin conocerlo jamás nos podremos autotitular, «hijos», ni mucho menos poder decir a los cuatro vientos que «El es nuestro Señor», bueno ¿empezamos?, perfecto, no deje de visitarnos e iremos estudiando lo que Dios quiere para su iglesia, para usted y para cada uno de los que por aquí nos visitan, dejeme sus comentarios para poder mejorar este blog, gracias y bendiciones.