La importancia de la verdad/Verdadero servicio

LA IMPORTANCIA DE LA VERDAD

«Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros» (Efesios 4:25)

¿Por qué es tan importante decir la verdad? Porque somos miembros los unos de los otros. Cuando no decimos la verdad entre nosotros, dañamos nuestra comunión. Por ejemplo, ¿qué sucedería si el cerebro le dijera que lo frío es caliente y lo caliente es frío? Cuando se bañara, !moriría congelado o se cocería en agua hirviendo! Si su ojo decidiera enviar falsas señales a su cerebro, una peligrosa curva de la carretera parecierda ser una recta, y se estrellaría. Dependemos de la sinceridad del sistema nervioso y de cada órgano del cuerpo.

El cuerpo de Cristo no puede funcionar con menos exactitud que eso. No podemos ocultar la verdad a los demás y esperar que la iglesia funcione debidamente. ¿Cómo podemos servirnos los unos a los otros, llevar las cargas los unos de los otros, cuidarnos mutuamente, amarnos, edificarnos, enseñarnos y orar los unos por los otros si no sabemos lo que está ocurriendo en la vida de los demás? Así que sea sincero, «siguiendo la verdad en amor» (Efesios 4:15).

VERDADERO SERVICIO

«Sirviendo al Señor» (Romanos 12:11)

Todo lo que usted haga en la vida cristiana debe ser compatible con la Palabra de Dios y verdaderamente en su servicio y para su gloria. En Romanos 12:11, la palabra que Pablo empleó para describir el servicio cristiano se refiere al servicio de un esclavo, cuya única tarea era llevar a la práctica la voluntad de su amo. Así es como usted debe servir a Dios: como siervo de Jesucristo.

Pero no puede servir al Señor con sus propias fuerzas, así como no pudo ir a El por su propio poder y voluntad. El poder de servir a Cristo viene de Dios. «Para lo cual también trabajo», dijo Pablo, «luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí» (Colosenses 1:29).

 

John Macarthur – «La verdad para hoy»

Unidad en la iglesia de Jesucristo

Querios amigos y hermanos, hoy saliendo del trabajo, me dirijí a la reunión de las 2:00 pm en nuestra congregación que a partir de la fecha tiene un nuevo nombre, ya «Nueva Generación en Cristo» ha dejado paso a su nuevo nombre por la unificación de dos congregaciones, dando por resultado «Manantial de Vida», con tristeza, llegue tarde y pasada la alabanza, pero recibi un mensaje con respecto a la unidad, hoy aquí, he querido también decir algo al respecto y esperamos que nuestra conversación sea para crecimiento. Pero como siempre digo, tome entre sus manos la Biblia, corra y busque debajo del asiento del carro, ni me diga que la olvido en el templo, mucho menos que luego de años de haber aceptado al Señor aún no se ha comprado una. En fin tome asiento y empecemos.

Jesús oró pidiendo al Padre que todos los cristianos fueran uno, así como el Padre y El eran uno, a fin de que el mundo pudiera creer que El había sido enviado por el Padre. Pidió que todos nosotros fuéramos uno (Juan 17:21). Eso básicamente se refiere a la unidad de los creyentes como un resultado de la salvación, pero Jesús también quería que nosotros tuviéramos unidad en la vida y propósito de la iglesia. El apóstol Pablo les dijo a los efesios que se esforzaran en «guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (Efesios 4:3). No les dice que ellos generen la unidad; ya la tenían. Ellos tenían que mantener esa unidad que Dios ya les había dado.

La unidad es una parte importante de la vida de la iglesia. Esa es la razón por la que Satanás la ataca constantemente. La unidad glorifica a Dios. Honra su santo nombre. Satanás está tratando incesantemente de dividir a las iglesias. Alabo a Dios por aquellas iglesias que nunca han sufrido una división. En las iglesias hay personas que se marchan, debido a que ciertas cosas no suceden en la manera que ellos esperaban. Aun si ellos puedan estar en lo correcto, la humildad y el amor no actúan de forma que se puedan producir divisiones.

Nadie es perfecto, de manera que siempre habrá pequeñas cosas sobre las cuales las personas estarán en desacuerdo. Sin embargo, debiéramos siempre hincarnos de rodillas juntos y buscar mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efesios 4:3). Ese fue el deseo de los escritores del Nuevo Testamento. Pablo les abrió su corazón a los corintios y les dijo: «Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente en un mismo parecer. Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas». No podía soportar el ver divisiones en la iglesia. Les dijo a la iglesia filipense, que siguieran «combatiendo unánimes por la fe del evangelio» (Filipenses 1:27). Sus palabras son de gran aplicación en el día de hoy. ¿Ve usted en su vida esas actitudes mencionadas? ¿Se caracteriza su vida por la obediencia? ¿Está progresando en madurez y siendo más santificado al escuchar la Palabra y aplicarla? ¿Se ve a sí mismo creciendo de tal forma que a medida que se hace mayor alcanzará la cumbre de su dedicación espiritual? ¿Tiene usted una actitud de humildad? ¿Está atendiendo a las necesidades de otros con actos de amor que proceden de un corazón humilde? ¿Busca verdaderamente hacer la paz y mantener la unidad del Espíritu? Debiéramos buscar tener todas esa cualidades en nuestra vida. Esa es la voluntad de Dios para nosotros.

Para terminar por el momento deseo dejarles unos versículos de Hechos 2:42-47, para su conocimiento y meditación.

Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Mi hermano, o hermana, amigos que nos visitan, oremos por la unidad del nuestra congregación, que Dios jamás se aparte de nuestro lado y que sea siempre por la eternidad nuestro primer amor.

Bendiciones y nos seguimos comunicando, vuelva por aquí, seguramente juntos podremos seguir conociendo un poco más a nuestro creador.

A punto de tirar la toalla

Bueno queridos amigos y hermanos en Cristo, y visitantes que espero que vuelvan a darse una vuelta por aquí. Les transcribo una carta que recibio el pastor John Macarthur y que muestra muchas cosas que en nuestras iglesias se ve a menudo, seguramente usted pastor o lider de alguna congregación, estara familiarizado con este asunto, al final daremos nuestra impresión.

Una vez recibí una carta de un joven pastor que estaba pensando en dejar el ministerio, y lo que decía me rompió el corazón. Esto es lo que él esribió:

Permítame explicarle algo que me tiene preocupado y que todavía no he podido corregir, y que me esta llevando a pensar en dejar el ministerio. Quizás el Señor quiera usar sus conocmientos para darme a mi algo de luz.

Creo firmemente que el liderazgo de la iglesia debiera ser lo mejor de lo mejor, no solo en sus vidas espirituales personales, sino también en ejemplo para los que dirigen. No quiero decir que el líder tiene que ser perfecto o sobrehumano, pero sí que debiera tener una relación personal viva y creciente con nuestro Señor. Creo firmemente que si los líderes de una iglesia no presentan un estilo de vida de compromiso y dedicación con el Señor y con su iglesia, sus seguidores tampoco lo van a hacer.

El problema, pastor MacArthur, es que las dos terceras partes de nuestros líderes elegidos, solo vienen a los cultos una vez a la semana. No estoy diciendo que todos tienen que estar presentes cada vez que se abran las puertas del templo, pero sí creo que, excepto en el caso de situaciones imprevistas, enfermedades y vacaciones, los líderes de la iglesia deberan esforzarse por estar presentes en los cultos de la iglesia, sino por otra razón, al menos para animar a los santos y al pastor. Encuentro bastante difícil de creer que se pueda proveer de un buen liderazgo cuando los líderes no pasan suficiente tiempo con los creyentes para enterarse de cuáles son sus heridas y temores. En nuestras reuniones de consejo de diáconos, encuentro que la mayor parte del tiempo se pasa en asuntos que no tienen relación directa con las necesidades de las personas. Creo que es debido a eso, nuestra iglesia se encuenntra estancada, lo que equivale a que estamos retrocediento en vez de avanzar. Varias veces pedí a los líderes que pensáramos juntos sobre esto (algunos de ellos incluso no son muy fieles en asistir a las reuniones), pero sin ningún resultado.

No estoy hablando acerca hombres y mujeres que sencillamente no pueden acudir a las reuniones, sino de personas que no quieren hacerlo. Algunos de los líderes dicen que están muy ocupados, demasiado cansados al final del día, o ni siquiera se excusan. Pero esos líderes no tienen ningún reparo en recordarme que ellos son los que deciden en la iglesia. Eso sucede a menudo. He llegado a la conclusión de que si eso continúa así en el próximo año, estoy listo para dejar el pastorado. ¿Cómo es posible que un pastor pueda dirigir su iglesia, establecer los programas que se necesitan y desarrollar un liderazgo espiritual si no se puede conseguir que los demas líderes le apoyen? Estoy abierto a su consejo. Creo sinceramente que nuestra iglesia tiene grandes posibilidades pero mientras tanto que seamos tibios, el Señor no va a bendecirnos o a usarnos.

Esa carta la podían haber escrito miles de diferentes pastores (en los cuales yo mismo me incluyo, ojo yo, Victor) porque es común para las personas dar por supuesto las cosas buenas que Dios les ha dado. Yo no quiero que eso suceda en nuestra congregación, no quiero que las personas se olviden del Señor. Quiero que ellos continúen temiendo su santo nombre.

Mi hermano, quizás, usted pueda decir, al igual que yo, pero si está carta es todo aquello que me viene sucediendo, y si mi amigo, pero la cuestión es ¿qué hacemos? bueno no creo que sea aconsejable hacer bajar fuego del cielo y que los consuma, como hemos pensado muchas veces, sino empezar a formar hombres y mujeres para todos juntos poder hacer la obra de Dios. Tenga usted líder, pastor o miembro de alguna congregación, espero que los de la congregación «Nueva Generación en Cristo» en la cual hoy me congrego, también lleguen por aquí.

La iglesia es un cuerpo, y debiéramos prestarle gran atención a su anatomía. Una iglesia necesita tener una estructura adecuada (un esqueleto), sistemas internos (ciertas actitudes), músculos (diferentes funciones), y carne (la forma de los programas). Elimine algunos de estos componentes esenciales, y el cuerpo no puede sobrevivir. Hay ciertas verdades esenciales que una iglesia tiene que creer y sostener firmemente si quiere contar con una estructura sana y fuerte. Estas doctrinas son inalterables y nunca negociables; no pueden quedar comprometidas bajo ningún concepto. Si usted cede en cualquiera de estos puntos destruye a la iglesia y esta se convierte en un bulto amorfo, que no tiene forma o como decimos normalmente «no tiene ni pies ni cabeza».

Hoy la iglesia parece pensar que su meta es ayudar a las personas a sentirse mejor acerca de sí mismas. No les ofrece a las personas otra cosa qué placebos espirituales. Se enfoca en la psicología, en el amor propio, en el entreteniemiento y en otras mil diversiones para tratar de satisfacer esas necesidades.

La iglesia ha sido reducida de un organismo que hace incapié en conocer y glorificar a Dios a una organización enfocada en las necesidades humanas. No se dan cuenta de que si usted conoce a Dios y le glorifica, las necesidades de su vida quedarán satisfechas. «El temor a Jehová es el principio de la sabiduría» (Pr. 9:10) Cuando usted goza de una relación correcta con Dios, todo lo demás cae en su justo lugar. Muchos predicadores en el nombre de Dios y algunos por desconocimiento e ignorancia, otros por malicia y beneficio propio, quieren sacar a Dios de su trono y convertirlo en un siervo que tiene que hacer todo lo que ellos le pidan que haga. Las personas tienden a ser irreverentes; no saben cómo adorar a Dios. Algunas personas piensan que la adoración es todo aquello que les produce sentimientos agradables. Conocen muy poco acerca de Dios. Hay demasiadas Martas y muy pocas Marias en la iglesia (Lucas 10:38-42). Estamos tan ocupados sirviendo y tratando de que el servicio salga espectacular, que no dedicamos tiempo a sentarnos a los pies de Jesús. No temblamos ante la Palabra de Dios. No nos atrevemos a enfrentarnos a la santidad de Dios y a nuestra pecaminosidad de modo que podamos ser usados para su gloria.

Ahora mi hermano, pastor , líder, visitante de alguna iglesia, ¿qué debemos hacer? simple, empecemos a conocer a Dios, y formemos discípulos de Jesucristo, busquemos en medio de Su Palabra, su voluntad y sobre todo empecemos arrepintiendonos de nuesra vida pasada, hagamos un compromiso con Dios y empecemos a caminarr y guiar verdaderamente al pueblo de Dios, sin conocerlo jamás nos podremos autotitular, «hijos», ni mucho menos poder decir a los cuatro vientos que «El es nuestro Señor», bueno ¿empezamos?, perfecto, no deje de visitarnos e iremos estudiando lo que Dios quiere para su iglesia, para usted y para cada uno de los que por aquí nos visitan, dejeme sus comentarios para poder mejorar este blog, gracias y bendiciones.