¿Estamos proclamando el evangelio? ¿seguro?

Mi querido amigo, ya hemos tratado anteriormente este tema, pero me sigue pareciendo apasionante, y no necesariamente porque estemos haciendo lo correcto, sino por justamente todo lo contrario, estamos equivocándonos totalmente desde la a hasta la z, y es que cada domingo, cada vez que voy a un servicio en alguna iglesia, o voy a un seminario o estudio bíblico, es siempre la misma cosa, por lo que estudiando un poco leyendo por aquí y por allá, vamos hoy a tratar el tema de si verdaderamente estamos predicando el evangelio o simplemente estamos haciendo cosas que nada tienen que ver con la Palabra de Dios, y empezaremos por el principio si el recibir a Cristo en la forma que se hace es bíblico. Por lo tanto, hoy no le voy a pedir que vaya corriendo a comprarse su capuchino en Starbucks, ni su tiramizu, todo lo contrario, un Jamba juice, con su pancito con mermelada  de durazno y pongase comodo, primero porque hablaremos de lo que sucede hoy en día en casi todas las iglesias.

Preste atención a la manera en que típicamente se presenta el evangelio hoy día. Escuchará que se invita a los pecadores con palabras como: “acepta a Cristo como tu Salvador personal”; “pide a Jesús que entre en tu corazón”; “invita a Cristo a entrar en tu vida”; o “toma una decisión por Cristo”. Puede que esté tan acostumbrado a oír estas frases que hasta se sorprenda al enterarse de que ninguna de ellas está basada en la terminología bíblica. Son producto de un evangelio diluido. No es el evangelio según Jesucristo.

El evangelio anunciado por Jesús era un llamamiento al discipulado, un llamamiento a seguirle en obediencia sumisa, no simplemente una invitación a tomar una decisión o hacer una oración. El mensaje de Jesucristo liberaba a las personas de la esclavitud de sus pecados mientras hacía frente a la hipocresía y la condenaba. Era una oferta de vida eterna y perdón para los pecadores arrepentidos, pero al mismo tiempo una repulsa de las personas de religión superficial cuyas vidas carecían de verdadera rectitud. Advirtió a los pecadores que debían arrepentirse de sus pecados y abrazar la justicia de Dios.

En todo sentido era buenas nuevas, pero distaba de ser un credulismo fácil. Las palabras de nuestro Señor sobre la vida eterna eran acompañadas invariablemente por advertencias a aquellos que podrían sentirse tentados a tomar la salvación a la ligera. Enseñó que el costo de seguirle es alto, que el camino es estrecho y pocos son los que lo hallan. Dijo que a muchos de los que le llaman Señor se les cerrará la puerta de entrada al reino de los cielos (Mat. 7:13-23).

«Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?. Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos lo conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad».

La evangelización de hoy, en gran medida, pasa por alto estas advertencias. El punto de vista dominante de lo que constituye la fe que salva sigue haciéndose más ancho y más superficial, mientras la figura de Cristo en la predicación y el testimonio se hace más indefinida. Cualquiera que diga ser cristiano hallará que los evangélicos están dispuestos a aceptar su profesión de fe, sea que su comportamiento muestre o no evidencias de dedicación a Cristo.

Ahora mi amigo ¿qué piensa? todavia quiere seguir pidiendo a que la gente haga una desición por Cristo como hasta ahora, o las cosas que usted ha leído aquí, a lo cual doy gracias al pastor John Macarthur por su ayuda, porque me viene aclarando una serie de dudas y sobre todo, me doy cuenta de que no estoy loco, (o no soy el único loco) de que lo que he venido escribiendo por años, lo que he predicado por tanto tiempo, hablando con pastores, con maestros, con amigos y hermanos, (aunque muchos no me han hecho caso, y es que de la manera de Dios, no llena templos) es que debemos de cambiar y volvernos a la Biblia, dejar ideas, métodos, películas, fábulas y verdaderamente seguir el evangelio dejado por Jesucristo, ¿estas tú dispuesto? o deseas seguir engañando a la gente, algunas de las cuales honestamente vienen, queriendo tener un encuentro con Dios.

Bueno aquí lo dejamos, si deseas, ya saben, hermanos y líderes, aún estamos dispuestos a juntarnos para estudiar la Palabra de Dios, bendiciones y nos comunicamos, tan solo un requisito, trae café Starbucks (nada de 7/11) y un Tiramizu, gracias y bendiciones.

Consolidando el fruto

Queridos amigos, hermanos y visitantes, hoy nos volvemos a encontrar para seguir conversando pero esta vez lo haremos de una manera informal, les contare algunas de las experiencias que he vivido en mi caminar por algunas congregaciones del área, pero esta vez, siéntese y prepárese un café, está haciendo un poco de frio por lo que abriguese, ya luego se calentará, pero por lo que viene leyendo, pero deseo que piense lo que viene leyendo y quizás algo pueda ser de beneficio para que el fruto no se pierda.

Bueno mi amigo, hace tiempo me congregaba en una iglesia en que empezamos a creer en que el fruto hay que consolidarlo, bueno usted dirá y eso ¿con qué se come?, bueno le cuento, cada día de reunión, llegaban personas a nuestra congregación, pero sabe, igual como llegaban se iban, y todos nos preguntabamos ¿por qué?, aunque no faltaba el hermanito que siempre decía, «Si es de Dios se quedarán», hasta que pensamos en que el fruto tenía que consolidarse, ¿cómo hacerlo? Bueno expliquemoslo detenidamente, muchas veces decimos que cuando la gente llegue a nuestro templo, y vean el amor que hay aquí, querrán no solo quedarse sino también tener eso que tenemos nosotros, bueno, que ese amor, esa felicidad y paz que existe en nosotros, todos querrán tenerlo, bueno hasta aqui todo bien y suena maravilloso, pero es mejor que pongamos los pies en la tierra, muchas veces cuando una persona llega a alguna congregación lo primero que experimenta es ver un ujier que es quien lo recibe que se limita a darle la mano, y hacerlo sentarse en algún lugar del templo, al final se le despide, en algunos casos se le ha pedido su nombre y dirección, se le presenta en la iglesia y si te vi no me acuerdo, (¿qué paso con el amor, dónde se quedó?) he sentido en carne propia lo que explico aqui, por ello nosotros pensabamos diferente, durante el servicio, no solamente se le presentaba, sino que varios nos acercamos a saludarlo y darle la bienvenida, para que sepa verdaderamente, que a todos nos da gusto verlo, luego, los ujieres se le acerquen a saber de el o la familia que Dios nos ha enviado, muchos vienen con problemas, algunos con momentos difíciles, pero casi todos en un momento problemático de su vida, (porque cuando todo va bien, muy pocas veces nos acercamos buscando a Dios), salvo que ya seamos cristianos y estemos buscando una iglesia en donde congregarnos, luego de tomarle los datos, el lunes, llamarlo para saber de ellos, no solamente para que se quede con nosotros, sino para preocuparnos por sus necesidades y por las situaciones que viene pasando, (queremos formar un grupo de intersesores, allí empieza el trabajo, orando por las necesidades de los recien llegados, nuestra preocupación por ellos, es parte de la muestra del amor de Cristo que hay en nosotros), cuando recibimos una llamada, un apretón de manos; nos sentimos mejores, mas aun si ese sentimiento es genuino. Esto demostrara, nuestro amor y sobre todo ese algo que debe existir en nosotros por los demás, allí es donde los recien llegados querran quedarse y tener ese algo diferente que nosotros tenemos, de lo contrario, seguiran su camino porque lo más importante, a pesar de que lo digamos, es lo que más nos falta, «el amor por los demás».

Entonces yo me pregunto, si asisto a una iglesia, en la que pasados dos o tres meses, no te llaman ni para pedirte el diezmo, donde muchas veces llegas y con las justas te saludan, en donde si vienes o no a nadie le importa, en donde si llegaste con tu familia y ya no lo haces, pues pasas de invisible, y si no fuese porque trato de asistir a todas las reuniones y meto mi cuchara donde no me llaman, entre otras cosas, jamás se darían cuenta de que estoy allí,  es que ese amor que tanto se predica no existe, es simplemente un guión que hay que seguir en la explicación de lo que deberíamos hacer, pero que no hacemos, entonces ¿cómo retenemos el fruto?, ¿cómo hacemos la expresión que dice Jesús?, predicar la Palabra a toda criatura, si no podemos recibir a aquellos que Dios nos esta enviando, entonces debemos de cambiar, debemos de pensar que nosotros somos los llamados a hacer discípulos, pero si nuestra preocupación esta puesta en otras cosas, más que en el servicio a los demás, debemos de tomar un momento y pararnos a pensar, ¿cuál es mi motivación, para tener el puesto que tengo? y además, ¿cuáles son las funciones del lugar que yo tengo? dentro de la congregación. Esto significa que necesitamos preparación, debemos de buscar en la Palabra de Dios, lo que significa retener el fruto y la forma de hacerlo, formar discípulos para poder hacer la obra de Dios.

Para finalizar, mi amigo o hermano en Cristo, cuando alguien llegue a nuestra congregación lo primero que debemos hacer es recibirlo, es hacerlo sentir la persona mas importante, porque Dios nos la ha enviado, por ello, debemos pedir a Dios de que ponga mas amor en nuevos corazones, el ser Ujier es una gran responsabilidad, porque es el ujier la primera cara que vera el recién llegado y sentirá el amor o no, con el cual es recibido, muchas veces muy pocos pastores toman o ponen interés o tienen tiempo para ese momento, por ello, debemos instruir a los ujieres en la Palabra de Dios y en la oportunidad que nos da en servir a sus hijos.

Bueno he tratado de exponer aquí, mi experiencia, pero lo más importante, es retener el fruto, no debe de perderse, porque la Palabra de Dios dice: «Y (Dios) ira añadiendo a la iglesia, todos los que serán salvos», por lo tanto a esos, debemos usted y yo, ujieres y líderes de la iglesia, recibirlos con ese amor que predicamos y que debemos sentir por todos los demás.

Nos seguimos comunicando, un consejo: mire a su alrededor este domingo y solo ponga en su corazón lo siguiente: «Así como yo quiero ser recibido en la congregación, voy a recibir a los que lleguen»

Bendiciones y prontito nos estamos viendo.