Bueno queridos amigos, seguimos con dos estudios pequeñitos, tan solo como una introducción a lo que viene y para hacernos pensar y decidir en la forma de servir y adorar al Señor.
«Testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu» (Romanos 1:9)
En la actualidad, empleamos la palabra espíritu de la misma manera que el apóstol Pablo la empleó en el versículo que leímos, pudiéramos observar a un deportista que juega muy bien y entonces comentar que mostró un espíritu fogoso, que significa que todo su ser estaba participando en su esfuerzo. Esta es la forma en la que Pablo servía al Señor.
Pablo nunca sirvió al Señor sin una entrega sincera. Al hacerlo así, se distinguió de los mercenarios, cuyo trabajo era externo y no sincero (Juan 10:11-13). Así que sea como Pablo, y haga un esfuerzo sincero en su servicio a Dios.
Les dejo un canto de adoración, para que usted tome unos momentos y se ponga a pensar, ¿cuál es la forma en que vengo (usted) sirviendo a Dios?, si verdaderamente lo esta haciendo en espíritu o simplemente por cumplir y no dando todo su ser en el servicio a Dios, luego de nuestro canto de adoración seguimos con otro pequeño pensamiento.
«Que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional» (Romanos 12:1)
Cuando muchos piensan en la adoración, se imaginan los vitrales de una iglesia y los inmensos órganos. Pero en la Biblia, la misma palabra que se emplea para describir la adoración también significa servicio.
La mayor adoración que puede rendírsele a Dios es servirle. Para Pablo, el servicio significaba una entrega absoluta. Pablo escribió a Timoteo «Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia» (2 Timoteo 1:3). Pablo estaba diciendo que se podía mirar en lo más íntimo de su ser y ver que servía a Dios con todo su ser. El servicio de Pablo era un acto de adoración. Era profundo, genuino y sincerio. Esa es la verdadera medida de la genuina espiritualidad. La única forma de servir a Dios es con una entrega absoluta.
Bueno mis queridos hermanos, los dejo aquí, ingrese a su lugar secreto y a solas con Dios, hagáse la pregunta ¿mi servicio a Dios, es verdaderamente genuino? y sigamos, debemos seguir sirviendo al Señor con todo nuesto ser, con todo nuestro corazón, entendiendo a quien servimos, pero en forma genuina, solo por amor y sin ningún interés, no por el milagro, no por el nombre, solo por saber de que es el creador de nuestras vidas y de que ha perdonado todos nuestros pecados y que ya no vivimos nosotros sino Cristo en nosotros.
Bendiciones y nos vemos pronto, en unas horas más.
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