Una dura verdad

Que tal mis amigos, hoy les traigo un tema interesante y que nos puede ayudar a seguir el verdadero camino o a tratar de encontrarlo. Estube caminando por algunas iglesias como usted sabe y sino, dele una miradita a los post anteriores y se dará por enterado, y muchos pastores creen que el éxito del cristianismo depende de lo popular que sea o de lo popular que lo hagamos y para ello no importara que hagamos si con eso llenamos los templos, tratamos de que nuestra banda de músicos se escuche lo mejor posible, adquiriendo un complejo equipo de sonido, y tratamos de que cada domingo nuestros musicos suenen como los propios ángeles, muchas veces interfiriendo en lo que Dios va a hacer en medio de la adoración, por el hecho de querer que se escuche mejor.

Pero por otro lado a veces en el ambiente de la iglesia de mente verdaderamente abierta (¿¿??), presentan un evangelio reinventado y diseñado a la moda que sutilmente elimina la ofensa del evangelio, e invita a la gente al reino por un sendero fácil. Descartan todas las cosas difíciles de creer en cuanto al sacrificio de uno mismo, a aborrcer a la familia y cosas por el estilo. Decir la verdad llega a ser un ajuste nada sabio en la carrera.

Los pastores de las iglesias locales muchas veces estilizan las reuniones para que se vean, suenen, se sientan y huelan como el mundo, a fin de eliminar la resistencia del pecador y seducirle al reino por un sendero fácil y familiar. La idea es hacer que el cristianismo sea fácil de creer. Pero la verdad sin barniz, sin tergiversación ni modificación, inevitable, es que el evangelio es en verdad difícil de creer. Es más, si se deja sin ayuda al pecador, le es absolutamente imposible. Esta es la filosofía de moda: «Si les gustamos, les gustará Jesús». Este artificio funciona superficialmente, pero solo si le hacemos acomodos a la verdad. No podemos criticar a los predicadores locales por reinventar el evangelio, porque no están actuando en forma distinta a los televangelistas de renombre y otros evangélicos más ampliamente conocidos. Para mantener sus cargos de poder e influencia, mantienen una tenue alianza con el mundo en el nombre del amor, el atractivo y la tolerancia, y para conservar contentos en la iglesia a los inconversos, deben reemplazar la verdad con algo suave e inofensivo.

Para mí la única pregunta es: ¿cómo hago mi parte? ¿Cuál es mi responsabilidad? Con toda certeza no puede ser acomodar el mensaje. El mensaje no es mío; viene de Dios, y es por ese mensaje que El salva. No solo, no puedo acomodar el mensaje, sino que tampoco puedo acomodarlo en el costo. No puedo cambiar las condiciones. Sabemos que Jesús dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo» (Lucas 9:23).

Ahora mi amigo entienda bien esto: La predicación de la verdad de veras influye en el mundo y genuinamente cambia un alma a la vez. Eso sucede solo mediante el poder del Espíritu Santo que da vida, que envía luz y que transforma el alma, en perfecto cumplimiento del plan eterno de Dios. Su opinión o la mía no es parte de la ecuación.

Bueno mi amigo es difícil de creer, pero seguimos y nos estamos viendo pronto, bendiciones.

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