Seguimos amigos, ayer fue un día interesante, luego de las celebraciones, de los canticos «A la Madrid» y muchos más en los que también se encontraban «El próximo miercoles nos vemos» los del Barca, volveremos a luchar por ganar, el partido fue uno histórico, que no se olvidará, ya lo he visto 5 veces y aún voy a verlo una vez más, pero mi gusto por el futbol, no debe dejar de hacerme ver, lo que está semana celebramos, por ello continuamos con un pasaje interesante y sorprendente, vuelva a dejar en un rincón su vuvuzela, guarde las palomitas y los pitos, tome su Biblia y volvamos a leer los Evangelios para seguir con nuestro relato, mi hermano y amigo, sientese para no caerse porque el traidor está listo para terminar su trabajo, continuemos:
Cuando Jesús entró en Getsemaní sabía que sería apresado allí, que lo harían pasar por una serie de juicios y humillaciones que lo llevarían inexorablemente a la cruz. De hecho, cuando el apóstol Juan describe la llegada de los soldados para apresar a Jesús, dice lo siguiente: «Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?» (Juan 18:4).
Cuando Jesús llegó al Getsemaní con sus discípulos, ya era cerca de la media noche. Todos ellos mostraban señales de cansancio a esas horas de la noche. Era el final de una semana atareada y el final de un día muy ocupado. Pero Cristo tenía un asunto en el huerto que era más importante que dormir, y nada le impediría ir allí a orar.
Jamás había emanado tanta tristeza del alma de un individuo. Nunca comprenderíamos la profundidad de la agonía de Cristo porque, francamente, no podemos percibir la maldad del pecado como El puede hacerlo. Tampoco podemos apreciar los terrores de la ira divina de la manera como El lo hizo. La angustia que El expresa en el Getsemaní se escapa, por lo tano, de nuestra comprensión. No debemos preguntarnos si el pleno significado de la oración parece eludirnos. Aún asi hay también una riqueza de claro entendimiento en este pasaje que muchas veces perdemos de vista. (Mateo 26:36-44).
Jesús estaba afligido porque sabía que toda la culpa de todo el pecado de todos los redimidos de los tiempos sería puesta sobre El, y El sufriría el impacto total de la ira divina en sustitución de los otros. El santo Hijo de Dios quien jamás conoció ni la más insignificante sombra de pecado, sería hecho pecado, un objeto de la ira de Dios (2 Coloseses 5:21). Solo pensar en eso hizo que sudara sangre.
Cuando Cristo terminó de orar, tuvo la victoria que buscaba. Surgió de su agonía en perfecta armonía con la voluntad de su Padre. Estaba preparado para enfrentarse a la cruz y beber hasta la última gota de la copa amarga de la ira del Padre contra el pecado.
Sus enemigos ya se acercaban. La tranquilidad con la que Cristo se encontraría con ellos y la gracia apacibele que mostró a través de su terrible experiencia, son pruebas innegables de que Dios el Padre escuchó y contestó el grito del corazón de su Hijo en el Getsemaní.
Pero Satanás ya estaba organizando una clase diferente de ataque. Judas se acercaba con una gran turba armada enviada por los principales sacerdotes y los ancianos del templo.
Judas por lo tanto, para asegurarse de que podían diferenciar a Jesús de los demás, los conspiradores habían establecido de antemano la señal que usarían. «Y el que le entregaba les había ddo la señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle» (Mateo 26:48). «Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre» (Lucas 22:48).
Seguiremos en unos minutos, vaya a estirar la piernas lea nuevamente los versículos bíblicos y volveremos. Bendiciones.
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