Rara vez se menciona la mundanalidad en nuestro tiempo, mucho menos se identifica como lo que es. La palabra misma esta empezando a sonar anticuada. La mundanalidad es el pecado de permitir que los apetitos, las ambiciones o conductas individuales sean moldeados de acuerdo a valores terrenales. «Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre: (1 Jn. 2:16-17)
A pesar de este hecho, ante nuestros ojos tenemos el espectáculo extraordinario de programas eclesiásticos diseñados con el objetivo explicito de proveer para los gustos carnales, los apetitos sencuales y el orgullo humano, «los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida». Para obtener este atractivo mundano, algunas actividades de la iglesia van más allá de la mera frivolidad. Durante varios años un colega mío ha estado compilando un «archivo de horror» con recortes en los que se informa sobre la manera como las iglesias están empleando diversas innovaciones para evitar que los cultos de adoración se vuelvan aburridos. En la década pasada, algunas de las iglesias evangélicas más grandes han utilizado artificios mundanos de distracción como teatro cómico y payasos, espectáculos musicales,exhibiciones de lucha libre y hasta juegos irreverentes para amenizar las reuniones dominicales. Parece que ningún tipo de truco y bufonada es demasiado descabellado como para no ser introducirla en el santuario. El histrionismo burlesco se está conviertiendo con rapidez en la liturgia de la iglesia pragmatica. Encima de todo, muchos en la iglesia creen que esta es la única manera como podremos alcanzar al mundo. Nos han dicho que las multitudes que no asisten a la iglesia no quieren escuchar predicación biblica y por eso debemos darles lo que quieren. Cientos de iglesias han seguido esa teoría con fiel precisión y hasta se toman el trabajo de averiguar por medio de encuestas que se requiere para que los incrédulos decidan convertirse en asistentes regulares.
De manera sutil la meta imperante ha venido ser asistencia a los cultos y aceptabilidad por parte del mundo, no la transformación de vidas. Predicar la Palabra y confrontar el pecado con denuedo son cosas vistas como medios arcaicos e ineficaces para ganar al mundo. Despues de todo, lo cierto es que tales cosas en realidad alejan a la gente. ¿Por qué no embelesar a la gente, para que entre al redil ofreciéndoles lo que quieren, creando un ambiente amistoso y comodo, alimentando los deseos que constituyen sus impulsos mas fuertes? Es como si pudieramos hacer que a cepten a Jesús presentándole de alguna forma como un ser más encantado o modificando su mensaje para que les resulte menos ofensivo.
Esa manera de pensar pervierte la misión de la iglesia. La gran comisión no es un manifiesto de mercadeo. El evangelismo no requiere vendedores sino profetas. Es la Palabra de Dios, no es un embeleso terrenal, lo que siembra la semilla para el nuevo nacimiento (1 Pedro 1:23). No ganamos más que el desagrado de Dios si procuramos quitar la ofensa de la cruz (Gálatas 5:11).
Tomado de «Avergonsados del evangelio» Pastor John Macarthur
Amigos y hermanos en Cristo, busque este libro, lealo con detenimiento, exáminese a si mismo y empiece a dar frutos de arrepentimiento, luego de arrepentirse, girar y cambiar de vida, le aseguro de que Dios mediante su Palabra le dira cual es su voluntad. Bendiciones y nos vemos pronto.
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