«Hay apatía en todas partes. A nadie le preocupa saber si lo que se predica es verdad o mentira. Un sermón es un sermón sin importar su tema, pero eso si, entre mas corto sea, mejor»
Charles Spurgeon
Esas palabras de Spurgeon fueron escritas hace más de cien años, pero el gran pedicador podría estar describiendo con ellas la condición de la iglesia evangelica a comienzos del siglo veintiuno. El verano pasado estuve parado frente a su tumba en Londres, una pesada boveda de piedra que se confunde con las demás tumbas en el cementerio, entre una calle y una enorme edificación. De no haber sido guiado alli por otra persona, no la habría encontrado. Los nombres de Spurgeon y su esposa estan tallados en piedra, pero no hay información en la tumba misma acerca de quién fue este hombre. El visitante casual podría pasar por alto la boveda de piedra (hay otras mas grandes y vistosas alrededor), o al verla no darse cuenta de que se trata de la sepultura de un hombre que en su tiempo fue quizás mejor conocido y mas influyente que el primer ministro ingles.
Estando alli de pie al lado de la tumba de Spurgeon, no pude mas que pensar en cuanto necesita la iglesia de hombres como el en la actualidad. Spurgeon no tenía miedo de sortenerse con brio a favor de la verdad, asi ello significara quedar solo. Predicar la Palabra de Dios fue su única pasión. Creía que la transigencia de la iglesia con la predicación estaba empezando a decaer, mientras algunos ministros esperimentaban con métodos alternativos y mensajes abreviados. Para el había un gran peligro en ello, y su precupación le involucro en una batalla que condujo en últimas a su muerte. Había sido dejado en esa tumba cien años antes de mi visita.
Contrastemos la actitud de Spurgeon hacía la predicacion con la opinión prevaleciente de nuestros tiempos. De hecho, el lamento de Spurgeon es diametralmente opueso a la perspectiva expresada en un artículo que apareció hace algunos años en una revista cristiana bastante popular. Cierto predicador conocido estaba ventilando su propia repulsión hacia los sermones prolongados. Como se acercaba el primero de enero, tenía resuelto mejorar el año que venía. «Eso significaba desperdiciar menos tiempo escuchando sermones largos y pasando mucho más tiempo en la preparación de sermones cortos», escribió. «He descubierto que la gente está dispuesta incluso a perdonar una teología deficiente con tal que puedan salir antes del mediodía». Lo triste de la situación es que esta es una sintesís perfecta de la actitud predominante que existe en gran parte de los ministerios modernos. La mala doctrina es más tolerable que un sermón extenso. Esperar el momento de la bendición final es más importante para el parroquiano promedio que escuchar el contenido del sermón. Llenar los estómagos con el almuerzo dominical tiene precedencia sobre la alimentación de nuestras almas con el estudio bíblico. Hablar por mucho tiempo desde el pulpito se ha convertido en un pecado más grande que la herejía. La iglesia se ha bebido la filosofía mundana del pragmatismo, y apenas estamos empezando a probar los resultados amargos.
Tomado del libro: «Avergonzados del evangelio» del pastor John Macarthur.
Mi hermano o hermana o astuto visitante, esta es la introducción a un gran libro, el autor un hombre de Dios ha escrito y definido correctamente lo que hace mas de un siglo Charles Spurgeon ya decía que el mundo con todas sus pasiones y deleites estaba ingresando a la iglesia con la aprobación de los lideres de ese tiempo, hoy en día se ha llegado a convertir la casa de Dios en un circo de tres pistas, donde desde los payasos, los malabaristas, uno que otro burro y presentadores hacen los deleites de un público que quiere ser participe de tanta actuación, pero algunos pocos, deseamos la verdad y la buscamos, caminemos juntos mis amigos y podremos aprender y seguir lo que verdaderamente dijo Jesús en su caminar por esta tierra tan venida a menos, un abrazo y bendiciones, nos seguimos comunicando. Dejanos un comentario, siempre es bueno saber lo que piensas de lo que aquí se escribe.
marzo 24, 2013 a las 6:35 pm
Lamentablemente cada día que pasa, esto se hace más y más evidente, templo enormes con grandes presentaciones como las que en el último párrafo se lee, circos, mucha bulla, pero poco estudio de la palabra de Dios, poco o nada interés en escudriñar y menos en pensar u oír lo que el Espíritu Santo quiera decir. Y las iglesias que están proponiendo hacerlo, son pocos los hermanos que si anhelen y deseen hacerlo, que triste pero son pocos los que se acercan con un corazón sediento de saber la verdad bíblica. Oro porque haya un tremendo despertar antes de que venga el día del Señor.